¿Por qué y para qué contar? La creencia en lo maravilloso y en lo fantástico es imprescindible para el desarrollo global de la personalidad del niño. Poder manipular la realidad le permite construirse a sí mismo, a la vez que diferencia lo mágico de lo real. El desarrollo de la imaginación y la capacidad de fabulación permitirá al niño internarse en un mundo mágico y maravilloso.
El cuento es uno de los instrumentos con los que se cuenta para ayudar a construir esas estructuras sólidas en el desarrollo de la fantasía y de la imaginación.
El contacto con la herencia cultural, en este caso la literatura y el cuento en particular, le aporta mucha información y una visión amplia del mundo, elementos que rebasan su vida cotidiana y le ayudan a construir, de manera consciente unas veces e inconsciente otras, su universo externo e interno. A través del cuento el niño tiene contacto con la realidad reteniendo de ella cosas que le permiten divertirse, que excitan su curiosidad: sin proponérselo, aprende. Existen posturas críticas frente a los cuentos maravillosos que argumentan que:
Esas esferas a las que se dirige el cuento se pueden agrupar en tres grandes bloques:
El cuento se dirige simultáneamente a todos los niveles de su personalidad; hace referencia a los problemas humanos fundamentales, desarrollando su personalidad en formación. A través de los cuentos se presentan los conflictos infantiles con la seriedad y el respeto que éstos merecen. Los cuentos aportan estímulos para que el niño desarrolle confianza en sí mismo y en sus posibilidades. De ahí que los cuentos acaben con un final feliz en el que quedan superadas las pruebas y se consigue el fin perseguido.
Frente a un tipo de literatura candorosa y acaramelada, el cuento muestra la doble cara de la realidad, no todo es bondad, los conflictos, la injusticia y la lucha dominan los obstáculos hasta vencerlos. Muestran lo bello, pero no ocultan lo feo, ensalzan la vida, pero no olvidan y esconden la muerte.
Los cuentos clásicos o las historias actuales deben presentar conflictos: el niño necesita pistas, sugerencias, aún en forma simbólica, para reconocer sus problemas, enfrentarse a ellos y avanzar hacia la madurez. La forma de presentar nítidamente separados los conceptos opuestos, la polarización de los personajes y las tramas simples responden, por una parte, al objetivo de que sean aprehendidas fácilmente por los niños y a la necesidad que éstos tienen de que los conceptos aparezcan claramente delimitados . Para que el cuento ayude a evolucionar al niño, a la vez que sea un elemento lúdico, es importante esta clara diferenciación, de lo contrario se creará confusión e inseguridad. Reconocer que no hay nadie totalmente bueno ni totalmente malo o llegar a convivir sin excesivo conflicto entre sentimientos diversos u opuestos, requiere un largo camino en el que son necesarias muchas paradas. Estas paradas que polarizan los conceptos son las que ofrecen los cuentos con la finalidad de aportar seguridad.
b) Dimensión histórica
A través del cuento el niño aprende el mundo que le rodea y a través de los personajes puede conocer una amplia gama de situaciones, ambientes y soluciones diferentes a las que surgen en su vida cotidiana.
Un niño que escucha cuentos maravillosos no tiene por qué ser un defensor monárquico, por ejemplo. Las estructuras sociales que presentan los cuentos tradicionales llegan al niño de manera muy diferente a como puede leerlas el adulto. Para el niño son ropajes y escenografía que envuelven la situación y el conflicto que le cautiva e interesa. El cuento no entra en contradicción con la sociedad moderna, va más allá. Aborda, en cambio, conceptos tan vigentes como la solidaridad, la justicia, el respeto o el derecho a que los demás reconozcan el valor que encierra cada uno. Cierto es que algunos valores a defender en la sociedad actual pueden en determinado momento entrar en contradicción con la forma de los cuentos, como el protagonismo masculino y las características pasivas otorgadas a los personajes femeninos. Es curioso cómo en sus orígenes estos cuentos eran matriarcales y en determinado momento histórico se les aplico un refinamiento y una acomodación a las costumbres cortesanas dando un giro hacia el patriarcado. Existen en la actualidad muchos cuentos que pueden compensar esta inclinación, y que debemos contar para ofrecer una visión más equilibrada del rol de los sexos. Por su parte, los cuentos ofrecen muchas posibilidades de intervención al respecto, ya que no se basan en sus personajes, sino en las funciones de éstos, y por tanto podemos modificarlos.
En esta línea sería necesario incorporar en nuestras narraciones problemáticas que vivimos de cerca ,como la discriminación, y en este caso podemos escoger tanto cuentos tradicionales como actuales. Defender el cuento maravilloso no supone en absoluto cerrar los ojos a los valores que debemos transmitir en nuestra sociedad. Habrá cosas que limar y otras que desechar abiertamente porque presenten de manera clara e indiscutible valores rechazables o ambiguos.
c) La dimensión lingüística
El cuento o relato oral es palabra animada, libro vivo, muestra la vida que palpita tras las obras,. A través de la narración oral el niño puede establecer la relación libro-autor de un modo vivo, es la recreación del texto en su presencia.
La narración oral coloca al niño frente a un tipo de mensaje lingüístico diferente al que expresa el lenguaje coloquial, educando su gusto por la belleza de la forma. El niño percibe nuevas formas de expresión y le acerca al mensaje literario que encontrará en la lectura.
La narración oral le ayuda a organizar sus percepciones y conceptos en esquemas mentales. Al entrar en contacto con experiencias de orden narrativo. va poniendo las bases para un acercamiento al libro y le dota de herramientas para adentrarse de manera autónoma en el mundo de las letras: