La biblioteca escolar: Lugar privilegiado para animar a leer |
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Este capítulo introductorio pretende dar a conocer el papel que
la biblioteca escolar desarrolla en los centros educativos como impulsora
y coordinadora de proyectos y actividades relacionadas con la lectura.
Así mismo, se intentará aquí clarificar el significado
de ciertos términos como lectura, lector, literatura y animación
a la lectura.
La lectura en la escuela no tiene por qué presentar como un dilema
sin resolver, la problemática de su función utilitaria relacionada
con los aprendizajes, y su función de goce, relacionada con el
tiempo libre. La biblioteca escolar integra en la escuela otros libros
que no son los manuales escolares y que permiten desarrollar actividades
que enseñan a gozar con lalectura.
La biblioteca escolar debe ser algo más que un espacio del centro educativo donde se reúnen libros y otros soportes informativos destinados al uso escolar. Además de ser un lugar necesariamente bien organizado donde la documentación está al servicio de profesores y alumnos y cuya utilización adecuada permite la construcción de un saber autónomo, puede ser también el ámbito ideal para poner en práctica procesos que permitan a los alumnos un acercamiento a los distintos tipos de textos narrativos, poéticos, y dramáticos para la adquisición de una cultura literaria. Consideramos que la biblioteca escolar es un lugar privilegiado para desarrollar el gusto por la lectura porque:
Aquí la necesidad de información surge del alumno, por lo que el responsable de la biblioteca puede mediar, intervenir, orientar o redefinir los intereses en una relación interpersonal diferente a la que se tiene en el aula.
Este intercambio sobre la lectura es necesario en
cualquier tarea de fomento de una afición, con el fin de asociar
esta actividad con el ocio y el tiempo libre. Animar la práctica
de la lectura en los niños y en los jóvenes se vuelve imprescindible
en una época en la que el libro1
ha dejado de ser el centro del universo cultural. Garantizar su pervivencia
requiere espacios de seducción y de intercambio de experiencias.
Reproducimos aquí algunos párrafos significativos en los
que algunos niños se refieren a la labor de comunicación
de la bibliotecaria y a su intervención en relación con
los hábitos lectores.
Se trata de testimonios recogidos en un estudio de la Universidad de Paris.2 realizado por la socióloga Michèle Petit:
<< Lo que necesito es que alguien me aconseje. Por ejemplo a veces saco algún libro de un autor extranjero poco conocido. Me gustaría que al devolver el libro, la bibliotecaria me preguntara si me gustó. Entonces yo diría que sí, y ella me diría "Pues mira, hay tal autor, te lo recomiendo, te gustará". Para mí una biblioteca no es un depósito de libros, es mucho más que eso >>. ...Abdallah, que supo aprovechar los consejos de la bibliotecaria: << Ella conocía mis gustos. Al principio me cerré en un tema, ella se dió cuenta de que ese no era realmente mi centro de interés, pero yo todavía no lo sabía. Luego me fue recomendando otros libros, yo me decía "Vaya, esto no tiene nada que ver con lo que yo quería", pero igual me gustaba>>.
El hábito de la lectura se favorece con la asignación de un tiempo dentro del horario escolar para realizar esta práctica de lectura. Concebir tiempos dentro del desarrollo de los programas para ir a leer a la biblioteca posibilita que el profesor pueda aprovechar esta actividad para conocer y observar el tipo de lectura que sus alumnos escogen libremente. Reproducimos un texto del mismo trabajo antes mencionado:
... Quisiera insistir en la importancia del tiempo en cuanto a la creación de libertad personal: un tiempo abierto, disponible, libre. Tomarse tiempo para pasear, para reflexionar. Darle tiempo al tiempo, evitando la precipitación. La biblioteca es un sitio donde uno puede detenerse, disfrutar a su propio ritmo sin conformarse al tiempo de los demás, al ritmo de la publicidad, de los vídeoclips, de las "tertulias"de la televisió, ni a la cadencia escolar, la agitación del patio o, incluso, las visitas expeditivas de la biblioteca tras los pasos acelerados del profesor. Esta joven nos describió así esas visitas:
<< No me gustaba cuando veníamos todos los de la clase, porque
no me daba tiempo de escoger yo misma mis libros, nunca había tiempo:
"Rápido, apúrense, escojan su libro y salgan...". A mí
me gusta tomarme mi tiempo, pero con la clase... Me gusta más venir
sola o con mi hermano>>.
Las teorías pedagógicas que abogaban por la "desescolarización" de la lectura, intentando sustituir el proyecto de alfabetización (que todos sepan dominar los códigos de la lecto-escritura) por el de "lecturización" (convertir en lectores activos a la población), es decir, queriendo hacer de la relación de cada individuo con lo escrito el fruto de un aprendizaje social, no sólo el resultado de una enseñanza escolar, concedían la tarea de promocionar de la lectura a instituciones ajenas a la escuela (biblioteca pública, grupos de ocio). Frente a estas posturas se podría afirmar que la biblioteca escolar es el espacio idóneo para desescolarizar la lectura en el seno de la escuela. Por desescolarizar la lectura se entiende que: saber leer quiere decir :
Ejercer como lector fuera del programa establecido.
Que se puede leer sin ser evaluado.
Que la lectura es una cuestión y un compromiso de toda la sociedad y de las instituciones que la integran.
La presencia de la biblioteca escolar en el centro educativo garantiza a los alumnos un lugar de estímulo para la lectura y un espacio en donde desarrollar otras prácticas de lectura y escritura, además de las ya existentes en las clases.
Es un verdadero lugar de comunicación, de encuentro e intercambio, de exposición y participación, de producción y de gestión. El encargado de la biblioteca puede diseñar estrategias para todos, suscita y coordina proyectos, lo que hace que se trascienda la lectura individual confiriendo así sentido de actividad social al acto de leer.
Vamos a clarificar en este apartado el sentido de los términos lectura y lector con el fin de que se comprendan las propuestas de dinamización de la biblioteca escolar y de animación a la lectura que se desarrollarán posteriormente.
La multitud de investigaciones para explicar estos términos y la
complejidad de los estudios y análisis realizados desde las diversas
disciplinas que han abordado el tema, nos llevan necesariamente a simplificar
al máximo en la búsqueda de la definición y a optar
por un modelo de lectura que es síntesis de otros enfoques: el modelo
interactivo.
Remitiéndonos al libro de Isabel Solè "Estrategias de lectura"3,
vamos a exponer aquí brevemente la definición de lectura desde
este punto de vista, para señalar, a continuación, cómo
las propuestas que vamos a mostrar tratan de ser coherentes con esta idea
de lectura.
Leer es un proceso de interacción entre el lector y el texto, proceso
mediante el cual el primero intenta satisfacer (obtener una información
pertinente para) los objetivos que guían su lectura. Esta
afirmación tiene varias consecuencias o implicaciones:
En la sociedad de la información y la comunicación se han producido profundos cambios que no sólo afectan a los nuevos soportes y formatos, sino sobre todo a las nuevas formas de construir y de estructurar los saberes. Estos cambios, forzosamente, han provocado una nueva configuración de la idea de lector. Aquí también nos vemos obligados a sintetizar numerosos estudios y trabajos que se han realizado sobre el tema y, aún a riesgo de simplificar excesivamente, podemos determinar que el lector al que nos referimos es el que Max Butlen define - en un artículo publicado en la revista Argos4 - como un lector polivalente y cuya polivalencia se manifiesta en una serie de competencias:
Asumir estos modelos de lectura y lector significa tomar conciencia de que la lectura es un proceso que se inicia en la escuela infantil y se prolonga hasta los centros de Educación Secundaria.
Hay que tener presente que aunque la descodificación
es imprescindible y decisiva, la lectura está relacionada con la
construcción del sentido.
Es ser consciente de que puede enseñarse a los niños y jóvenes
a encontrar sentido a los textos, y que en ello consiste el placer por
la lectura. Y, por último, de que este proceso de formación
lectora y promoción de la lectura no puede ser asumido exclusivamente
por los profesores de lengua y literatura, sino que incumbe a todo el
equipo docente y que el lugar óptimo donde desarrollarlo dentro
de la escuela es la biblioteca escolar.
Siguiendo estos conceptos podemos tender a la búsqueda de un lector que no sólo comprenda sino que disfrute con la lectura, que la incorpore a su tiempo de ocio como productora de goce estético.
Las actividades de animación a la lectura que se sugieren tendrán unas líneas comunes orientadas a conseguir los objetivos antes explicitados.
Se parte de la idea de que para conseguir un lector activo la tarea tiene que resultar motivadora y, para ello, las actividades deben ser presentadas de forma interesante, con sentido, conectadas con las motivaciones del lector y explicando los objetivos que en cada caso se pretende conseguir:
La puesta en marcha de una estructura como la biblioteca
escolar, con ser un paso imprescindible para cualquier proyecto de lectura
que se desarrolle en el centro, no es suficiente por sí misma para
formar lectores. No basta con dejar los libros a disposición de
los niños para que éstos sean espontáneamente seducidos
por la lectura. Una buena selección de materiales y una excelente
organización de los mismos no resuelven las dificultades que se
plantean para los niños alejados de la lectura.
"No basta con tener un excelente fondo, óptimas condiciones
de espacios y recursos para realizar las más animadas promociones
culturales. Si el objetivo no está claro, y si no se cuenta con
la capacidad técnica para ello, crear situaciones que estimulen
la imaginación del usuario, la biblioteca seguirá siendo,
de hecho, una colección de libros con más añadiduras
que modifican poco la situación.
El bibliotecario escolar no es un técnico neutro (...) La forma
en la que se relaciona con sus usuarios, las prioridades que establece
en las realizaciones, el estímulo que ofrece a grupos de interés,
la asistencia que brinda a determinados movimientos de la escuela, dan
el perfil de actuación del profesional".5
La biblioteca escolar debe diseñar programas que inviten
al alumno a acudir a la biblioteca y estos programas tienen que proporcionar
razones para la lectura:
En definitiva, se persigue hacerla eficaz, en función de un programa de lectura establecido con el equipo de docentes. Ahora bien, junto a esta dinamización de la biblioteca en la escuela que pretende convertirla en un instrumento útil , al servicio de la comunidad escolar, también hay que diseñar actividades orientadas a promocionar el gusto por leer, es decir, actividades que tradicionalmente se llaman "de animación a la lectura".
Para los docentes, y especialmente para los de Educación
Secundaria, la palabra animación a la lectura tiene un cierto sentido
peyorativo. Por una parte, se impone en ellos el sentido de la palabra
animación y, por otra, se cuestionan sobre la orientación
de la misma. ¿Qué tipo de literatura se anima a leer? La
animación aparece así vinculada a la idea de actividades
(muchas actividades) realizadas para niños pequeños, ligadas
inicialmente a la biblioteca pública o al campo de la animación
sociocultural. Actividades poco programadas, alejadas de los objetivos
curriculares y destinadas a pasar el rato. Y esta opinión se ha
reforzado por acumulación de experiencias negativas en las que
las animaciones a la lectura no se han integrado en las intervenciones
programadas de los docentes y por tanto han carecido de implantación
en los modos habituales de enseñar.
Estas actividades no dejan huella cuando no se inscriben en programas
con objetivos y evaluación.
La relación que se establece entre los términos "animación
a la lectura", "placer lector" y "libertad de elección", puede
llevarles a concluir que la animación a la lectura tiene demasiado
de animación y poco de lectura.
Por otro lado, el objeto tradicional de la animación, la literatura
infantil y juvenil, no suele estar incorporada de manera significativa
en las clases. Aunque esta literatura circule de manera informal en los
institutos, queda relegada a lo sumo a la biblioteca escolar.
Para los docentes de Educación Primaria y de Educación Infantil,
el término plantea menos problemas. La enseñanza formal
puede permitirse todavía cierto vínculo con el juego, y
la literatura infantil es un claro recurso, incorporado definitivamente
en las escuelas, para fomentar la lectura. Aún sin que exista la
biblioteca escolar los maestros preparan actividades de este tipo en las
aulas.
Podemos definir la animación a la lectura como los recursos puestos
en marcha para:
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Utilizar de forma
armónica sus recursos expresivos, tanto lingüísticos
como no lingüísticos, en los intercambios comunicativos
propios de la relación directa con otras personas (diálogo,
discusión, argumentación, debate...).
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Analizar, comentar
y producir textos literarios orales y escritos desde posturas
personales críticas y creativas.
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Reconocer y analizar
los elementos y características de los medios de comunicación
(prensa escrita, radio, tv.) desarrollando actitudes críticas
ante sus mensajes y valorando la importancia de sus manifestaciones
en la cultura contemporánea.
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La biblioteca escolar es lugar privilegiado para el desarrollo de diversas actividades de lectura que contribuye a formar a un lector polivalente. Su riqueza en los tipos de material textual le permiten cubrir diferentes objetivos de lectura:
Atender a diferentes demandas: