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Méliès y el Cinematógrafo |
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Cuando en diciembre de 1895, los
Lumière organizan, en el Salón Indien del Grand
Café de París, la primera exhibición pública
de cinematógrafo, no imaginan la trascendencia que alcanzaría
aquella histórica proyección. Quien sí se percata
del prodigio obrado por aquellos científicos es, naturalmente,
un hombre del espectáculo, George Méliès,
mago e ilusionista vocacional y director del teatro Robert Houdin
de París que se dirigirá de inmediato a Antoine Lumière,
padre de los inventores, para proponerle, aunque inútilmente,
la compra de un aparato.
Tan sólo unas semanas después,
se comercializa en Inglaterra un aparato similar al de los Lumière,
y Méliès no dudará en adquirir uno. En un principio,
incorpora la proyección de películas a los espectáculos
del teatro Robert Houdin. Se trata de producciones norteamericanas
de Edison e inglesas de R.W.
Paul. Pero las imágenes del cinematógrafo producen
en él un impacto tan poderoso, que el inquieto Méliès
no podrá permanecer pasivo durante más tiempo. En
seguida se pondrá al frente de una cámara.
Sus inicios |
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Descubrirá su primer trucaje
fotográfico por casualidad: el paso de manivela. En
unas imágenes filmadas en la Plaza de la Ópera, súbitamente,
donde había una señora jovencita, aparece un caballero,
y un autobús cargado de personas se transforma en una carroza
fúnebre. Lo que le sucede a Méliès aquella
tarde es que, durante la filmación se le atasca la cámara,
deteniéndose la película. En cuanto Méliès
se percata de ello, corrige el desperfecto y, tras esa breve interrupción,
reanuda el rodaje. Así, por pura casualidad, al ver el efecto
en la proyección, el ingenio de Méliès se pone
en marcha.
Filmografía |
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Tras este acontecimiento fortuito,
Méliès inicia una serie de películas en
las que filma los números de magia que se realizan en
su teatro, aplicando trucos y soluciones técnicas propias
del cine. Este es el rumbo que inicia, en 1896, con la película
Escamoteo de una dama. Además
de las apariciones y desapariciones, Méliès utilizará
maquetas, sobreimpresiones, fundidos y encadenados, y tantos otros
recursos que en sus manos se convierten en la base de la trama.
Ante las películas de Méliès, el público,
atónito, queda boquiabierto. En El
hombre orquesta (1900), el propio Méliès, actor
habitual en sus películas, se multiplica por siete mediante
siete sobreimpresiones sucesivas sobre fondo negro, lo que le permite
interpretar los siete instrumentos de la orquesta. También
aplica la sobreimpresión en El melómano
(1903), en la que la cabeza de Méliès salta,
al ritmo de las notas musicales, sobre un pentagrama formado por
hilos de telégrafo. Y El hombre de
la cabeza de goma, es una vistosa anécdota que muestra
la experiencia de un científico que experimenta con su propia
cabeza, hinchándola como si fuera un globo. El efecto se
consigue mediante un travelling de acercamiento (sobre fondo negro)
para aumentar el tamaño de la cabeza y la sobreimpresión
para integrarla en el laboratorio.
En 1897, Méliès construye
en Montreuil el primer estudio de filmación de Europa y el
segundo de la historia, tras el BLACK
MARÍA de Edison, donde ejerció de autor,
director, operador, actor y distribuidor. Allí, rodará
Méliès cientos de películas, como Viaje
a la Luna (1902), 20.000 leguas bajo
el mar (1907) y ¡A la conquista
del Polo! (1912). Apuestas todas ellas que dan muestra del
ingenio ilimitado de su talento, pero que suponen un esfuerzo económico
demasiado grande para una reducida empresa de producción
casi artesanal como la STAR FILM,
que era el nombre de la productora de Méliès. Para
entonces, las grandes sociedades europeas y norteamericanas, entre
las que se encuentran la PATHÉ
FRÉRES, la GAUMONT,
la EDISON Co. y algunas otras,
comienzan a consolidar sus potentes estructuras industriales, con
las cuales las pequeñas productoras independientes difícilmente
pueden competir.
Su Cine |
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La concepción del cine
que adopta Méliès es
puramente teatral. Sus películas están divididas
en cuadros o escenas, los actores entran y salen por los laterales
y su gesticulación es exagerada, y por supuesto, la cámara,
inmóvil, está ubicada en un único punto de
vista ante el escenario. El elemento original lo aporta su autor,
con esta extraña conjunción de elementos de la técnica
fotográfica y de la teatral. Aunque hay que considerar que
aporta al cine la continuidad narrativa, creando a través
de las escenas una relación argumental que hasta entonces
no existía.
En 1906 la empresa de Méliès,
la STAR FILM, entra en un proceso
de decadencia que le llevará en 1911 a aceptar una ayuda
financiera de Charles Pathé,
poniendo como garantía su estudio y el teatro Robert Houdin.
Con el estallido de la guerra, Méliès, completamente
arruinado, desaparecerá y no volverá a saberse nada
de él hasta 1928. Es entonces cuando, tras catorce años
de olvido, siendo ya un anciano, su figura es recuperada para Francia
y para la Historia Universal del Cine.
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Capítulo 6: Viaje a la Luna
Capítulo 7: Al comienzo se habla de trucos y se puede ver una de Méliès. |
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