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Tiempos modernosThe black legion Las uvas de la ira It happened one night, 1934. Franz CapraFred Astaire y Ginger Rogers en Swing Times,1937. George Stevens
Dorothy Arzner dirigiendo Anybody´s Woman, 1930.
Sopa de Ganso Ninotchka La Ley del hampa ScarfaceDracula (de Browning) La novia de Frankestein King Kong El delator La diligencia Cumbres borrascosas Wyler dirigiendo El mago de Oz Lo que el viento se llevó Esmeralda la zíngara
Contexto Social

El nacimiento del cine sonoro coincide en Norteamérica con la crisis de la bolsa de Wall Street de 1929, que hunde al país en la más profunda depresión económica. Un acontecimiento inesperado que desencadena un brusco cambio en la mentalidad del pueblo americano, con la consiguiente pérdida de confianza en el sistema capitalista. Durante los años de pobreza y desempleo, el cine será el instrumento al que recurrirá el ciudadano americano como mecanismo de evasión de su realidad más inmediata, y la administración lo utilizará para recuperar el concepto de americanismo y la estabilidad social.

En el terreno ideológico, se favorecerá en cierto grado una actitud autocrítica con obras como Tiempos Modernos (Modern Times, 1936), en la que Chaplin critica la explotación del hombre; The Black Legion (1937) de Archie Mayo, que denuncia a una organización secreta dedicada a atacar a inmigrantes; o Las uvas de la ira (The grapes of wrath, 1940), en la que John Ford expone con vigor la grave situación de los campesinos norteamericanos.

En el género de la comedia surge una nueva corriente encabezada por el director Frank Capra, que expone, a través de la crítica constructiva, los valores positivos presentes en el sistema democrático estadounidense. La obra de Capra representa, como ninguna otra, la lucha por alcanzar "el sueño americano".

Cercana a la línea propuesta por Capra, se inscribe la labor que conduce a la implantación del célebre Código Hays de autocensura, que no sólo abarca el terreno de la moral sexual, sino también la social, la política y la racial. A través de este reglamento de autocensura, Hollywood asume su ideología y se convierte en vehículo de transmisión del "american way of life".

Géneros Cinematográficos

La llegada del cine sonoro favorecerá el desarrollo de un género nuevo en las pantallas, la comedia musical, que contará con las preferencias del público. Sin ser su aportación excesivamente original, sí que destacan las películas que protagonizan, entre 1933 y 1939, la pareja de baile formada por Fred Astaire y Ginger Rogers.

En estos años, algunas películas se centran en temas profundamente humanos y en personajes cercanos a la realidad social. Así surge un nuevo modelo femenino, de mujeres que se incorporan a la vida laboral y se comportan de modo diferente, buscando su emancipación. De este modo coexisten películas más populares y románticas, como las interpretadas por Marlene Dietrich, como Morocco, 1930, y Shangay Express, 1932, de Sternberg, con otras películas que apuntan hacia un cierto feminismo, como las interpretadas por Joan Crawford.
Con este ambiente realiza su obra Dorothy Arzner, que trabajó en diversas áreas del cine hasta ser la única directora del momento, rodeada por la ideología patriarcal. Sus películas no son rompedoras, pero aportan una mirada diferente, desde el punto de vista femenino, y al menos cuestionan el orden dominante. Sus personajes son mujeres fuertes, aunque suelen terminar de modo trágico.

Algunos grandes cómicos del cine mudo abandonarán el cine, y otros se adaptarán al sonoro, como Charles Chaplin. También se incorporan los Hermanos Marx, procedentes del music-hall, aportando algunas obras maestras del género. Su mejor película, Sopa de ganso (Duck Soup, 1933), es dirigida por Leo McCarey.

A la escuela cómica americana sucede la comedia ligera, iniciada por Ernst Lubitsch, con obras como Ninotchka (1939) o El bazar de las sorpresas (1940), y también Howard Hawks con La fiera de mi niña (Bringing up baby, 1938). Estas películas forman un estilo de comedia fina, de sabia ironía, y con una excelente puesta en escena.

El cine de gansters, que inaugurará Sternberg en 1927 con sus obras La ley del hampa (Underworld) y Los muelles de New York (1928), se convertirá en uno de los géneros más representativos de la cinematografía norteamericana: cine negro con una América realista y sórdida.

La película clave del género es Scarface, el terror del hampa (Scarface, 1932) donde Howard Hawks retrata la figura del gangster italoamericano Al Capone. En 1936, la película El bosque petrificado (The petrified forest) de Archie Mayo, revela al actor Humphrey Bogart, cuya personalidad dará lugar a uno de los arquetipos románticos más sólidos del cine clásico americano.

Otro de los géneros más fecundos de la década será el género de terror que recuperará algunos hallazgos estilísticos del expresionismo alemán, de la mano de verdaderos autores como:

  • Tod Browning que dirige películas míticas y de culto, como Drácula (Drácula, 1931), basada en la novela de Bram Stoker, y sobre todo La parada de los monstruos (Freaks, 1932) película transgresora de normas y apariencias, inclasificable, maldita, impactante y poética.

  • El inglés James Whale, que dirige Frankenstein, el autor del monstruo (Frankenstein, the man who made a monster, 1931), versión libre de la novela de Mary W. Shelley , El hombre invisible (The invisible man, (1933) y La novia de Frankenstein (1935), según un relato de H.G. Wells.

  • Y el operador alemán Karl Freund, con La momia (The mummy, 1932).

  • Schoedsack y Cooper dirigen en 1933 la grandiosa King Kong, espectacularmente realizada y con efectos deslumbrantes para la época. Todo un clásico.

Por su parte el cine de aventuras presentará una gran diversidad temática en la que destacarán las epopeyas colonialistas y los dramas escenificados en el mar y en el aire. Se trata de películas de barcos y de aviones, de las que la más célebre es Rebelión a bordo (Mutiny on the Bounty, 1935), del escocés Frank Lloyd.

También alcanza gran popularidad la serie de películas sobre el personaje de Tarzán, según las novelas de Edgar Rice Borroughs, que, a partir de 1932, protagoniza el nadador olímpico Johnny Weissmuller.

Otros Creadores

El cine norteamericano cuenta con una cantera de artistas superdotados y de fuerte personalidad. Pero hay que destacar a algunos creadores cuya obra no se aviene a una simple clasificación por géneros. Aparte del genio de Charles Chaplin, hay otros grandes directores, como:

King Vidor, con obras de fuerte compromiso social, que incluso servirán de inspiración a los neorrealistas, como El pan nuestro de cada día (1934).

Frank Capra, con bonitas y amables películas llenas de reflexiones sobre la vida, y que marcan un estilo de comedias de buenas intenciones, como Sucedió una noche (1934), El secreto de vivir (1936), Horizontes perdidos (1937) y Vive como quieras (1938).

John Ford, con influencias de la estilización pictórica y la organización del espacio de Murnau, y también de algunos de los hallazgos del Kammerspielfilm, como la opresión de los ambientes y la concentración dramática que se aprecia en El delator (The informer, 1935) y en La diligencia (Stagecoach, 1939). Con esta obra, punto de partida del western moderno, Ford incorpora la psicología como elemento determinante del desarrollo dramático del relato, saliéndose de la ajustada fórmula impuesta por la estructura del género. En Las uvas de la ira (The grapes of wrath, 1940), Ford hace un retrato preciso de la angustiosa situación de una familia campesina norteamericana, impregnando la historia de un patetismo pocas veces alcanzado. La extrema veracidad de esta obra, al igual que La diligencia, debe no poco al rodaje de la mayor parte de sus secuencias en escenarios naturales.

El francés William Wyler adapta al cine novelas y obras dramáticas en películas como Jezabel (1938), según una novela sureña de Owen Davis, Cumbres borrascosas (Wuthering heights, 1939), a partir de la novela de Emily Brönte, La carta (The letter, 1940), de una novela de Somerset Maugham, y La loba (The little foxes, 1941), de Lillian Hellman.

En su obra, Wyler hace gala de precisión en el estudio psicológico de los personajes, priorizando el trabajo de los actores y actrices. En la medida de lo posible, Wyler prescinde del montaje o lo hace "invisible", y propone la realización en profundidad, mostrando varios planos dentro de una toma larga. En sus películas la puesta en escena tiene mucha importancia, así como el trabajo de cámara y la continuidad espacial y temporal. Este tipo de realización será llevado hasta sus últimas consecuencias en la obra cinematográfica de Orson Welles.

Un director con amplia filmografía en esta época es Víctor Fleming, con algunas notables películas como La isla del tesoro (1934) y El Mago de Oz (1939), pero que es recordado por una película mítica, Lo que el viento se llevó (1939).

Mervin LeRoy dirige They wont forget (1937), excitante drama que sigue siendo impresionante, y el soberbio melodrama Niebla en el pasado (1942).

William Dieterle dirige en 1939 Esmeralda la Zíngara (The Hunchback of Notre Dame), la mejor versión de la obra de Víctor Hugo.

Hay más creadores, con obras notables y hasta maestras, injustamente olvidados hoy, como Frank Borzage o Robert Mamoulian.

Capítulo IV: Ninotchka, La fiera de mi niña, Lo que el viento se llevó.
Capítulo V: El delator.
Capítulo VIII: King Kong.
Capítulo X: "Los géneros".

Sombrero de copa de Mark Sanddrich, La calle 42 de B. Berkeley, Los Hermanos Marx en el Oeste, Centauros del desierto, La diligencia, El mago de Oz y Drácula.