Argentina |
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El autor de Tiempo
de revancha, Adolfo Aristaraín,
dirige, con
éxito popular, Un lugar en el Mundo (1991), Martín Hache (1996) y Lugares comunes (2003).
Luis Puenzo también logra reconocimiento
con La historia oficial (1986), una reflexión
sobre la brutal opresión de la dictadura militar argentina,
y con Gringo Viejo (1988) , adaptación
de la novela de Carlos Fuentes.
También Sergio Renán,
que ya había adaptado la obra de Mario Benedetti La
tregua (1974), dirige una versión de El
sueño de los héroes (1992) de Adolfo Bioy Casares.
Con El hijo de la novia (2001) Juan José Campanella ha dado su mayor éxito internacional al cine argentino.
En 2002, Carlos
Sorín realiza con recursos mínimos Historias
mínimas, una película preciosa, frágil
y delicada pieza de orfebrería.
Uruguay |
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Uruguay no tiene una producción regular pero destacan Diego Arsuaga , autor de las premiadas Otario (1997) y El último tren (2002), y Guillermo Casanova ( El viaje hacia el mar, 2003).
México |
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Algunas películas de este
país consiguen un éxito internacional, tal es el caso
de las obras de directores como Arturo Ripstein
con La mujer del puerto (1991), Profundo
carmesí (1996) y El coronel
no tiene quién le escriba (1999), y de Alfonso
Arau con Como agua para chocolate
(1992) y Un paseo por las nubes
(1995). María Novaro también
consigue notables película con Danzón
(1991), sobre la lucha de una mujer por vivir, y
El jardín del Edén (1995), sobre los mexicanos
que pasan la frontera hacia los EEUU.
Los últimos éxitos internacionales del cine azteca los han protagonizado Alejandro González Iñarritu con Amores perros (2000) y 21 gramos (2003) y Alfonso Cuarón con Y tu mamá también (2000), que le abrió las puertas de Hollywood donde dirigió dos entregas de la saga juvenil sobre Harry Potter.
Brasil |
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Existe cierto paralelismo entre el
cine brasileño y argentino de estos años, en cuanto
a temas y modos de hacer. Así, Nelson
Pereira dos Santos realiza Memorias
de la cárcel (1984) sobre la represión militar.
Cuando el aperturismo se inicia, Héctor
Babenco hace un retrato de la delincuencia juvenil con Pixote
(1980) y El beso de la mujer araña
(1984). Susana Amaral dirige otra película
sobre la opresión que sufren ciertas clases, y en concreto
las mujeres, La hora de la estrella (1985),
basada en la obra de Clarice Lispector, mostrando las condiciones
de vida y el destino de una joven en una sociedad industrializada.
Las últimas revelaciones del cine brasileño son Estación central de Brasil de Walter Salles (1998) y Ciudad de Dios (2002) de Fernando Meirelles.
Cuba |
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Tomás
Gutiérrez Alea logra el reconocimiento del público,
y premios internacionales, después de su etapa crítica
al totalitarismo político, con Fresa
y chocolate (1993) y con Guantanamera
(1995), codirigidas con Juan Carlos Tabío.
Colombia, Perú, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Chile |
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Entre los autores de países sin demasiada base industrial hay que citar a los colombianos Sergio Cabrera , autor de uno de los mayores éxitos del cine latinoamericano con La estrategia del caracol (1993), y Víctor Gaviria con su conmovedora La vendedora de rosas (1998) y al maestro peruano Francisco Lombardi ( La ciudad y los perros, La boca del lobo ). Otros nombres son los de los venezolanos Román Chalbod ( La oveja negra , 1987) y Mauricio Wallerstein ( Cuando quiero llorar no lloro, 1973), el boliviano Paolo Agazzi ( Tres cruces ) y la ecuatoriana Viviana Cordero ( Un titán en el ring ).
Chile, tras la recuperación de la democracia, experimenta una cierta bonanza industrial y creativa: Ricardo Larraín obtuvo reconocimiento internacional con La frontera (1991), y ya descollan jóvenes realizadores como Boris Quercia ( Sexo con amor ) y Marcelo Ferrari ( Sub Terra ).
Otra línea ascendente es la del cine hecho en EE.UU. por hispanos. En el ámbito comercial destaca Robert Rodríguez que se reveló con El mariachi. El último éxito de este cine ha sido Las mujeres de verdad tienen curvas de Patricia Cardoso (2002). |